Cuidar a una persona enferma, convaleciente o que se está recuperando de alguna enfermedad o cirugía en la casa, no es una tarea fácil, de hecho, puede llegar a ser una experiencia abrumadora y estresante. Por supuesto, dependiendo de la enfermedad o convalecencia serán mayores los cuidados que deberás tener con ella.
La situación en sí puede llevarte a un desgaste emocional y físico, por ello, es importante que aprendas a manejar dicha situación y sepas cómo sobrellevar tus cambios de ánimo para tener bienestar. ¿Qué debes tener en cuenta para ello?:
· No asumas toda la responsabilidad del cuidado del paciente en casa. Busca ayuda de otras personas, como integrantes de la familia, o un profesional o amigo.
· Factores como la edad, el sexo, el tipo de enfermedad o discapacidad y su diagnóstico, así como el tipo de tratamiento y condición física del paciente son determinantes para su cuidado y atención.
· Es fundamental que el espacio en el que va a permanecer el paciente tenga las condiciones adecuadas de higiene y comodidad: una cama y habitación limpias y ordenadas, fácil accesibilidad al baño, y un entorno cómodo, seguro y tranquilo.
· Toma tú también todas las medidas de higiene necesarias para proteger a tu paciente, esto es, siempre mantén tus manos limpias (lavándolas con agua y jabón) al momento de suministrarle algún medicamento o hacerle alguna curación, lleva a cabo todos los procedimientos de asepsia en los elementos que manipulas o que van a entrar en contacto con este, y utiliza mascarillas cubrebocas si tienes algún síntoma gripal (tos, secreciones nasales, estornudos), ya que podrías exponerlo a su contagio.
· No lo descuides en su higiene personal; ayúdalo con su aseo y presentación personal, ya que esto reforzará su autoestima y sentirá que te preocupas por él.
· Si tu paciente tiene poca o nula movilidad, un aspecto importante que tienes que cuidar es la aparición de escaras, pues estas aparecen cuando se está mucho tiempo en cama y pueden convertirse en úlceras graves. Los expertos recomiendan tener estas medidas de prevención: examina la piel de la persona una vez al día, mantén su piel limpia, seca e hidratada; realiza cambios de postura cada 3 horas (consulta a un especialista), recurre a ayudas técnicas (cojines, colchones o taloneras antiescaras).
· Procura mantener un actitud positiva frente a tu paciente, ya que esto podría influir también en su estado de ánimo y llevarlo a la depresión. Según investigadores, como así lo indica un estudio del Journal of Hospital Medicine, “la depresión puede hacer que la recuperación de un paciente sea más lenta”.
· No guardes para ti todas las preocupaciones, inquietudes o emociones alrededor de la situación de tu paciente, ya que esto podría afectarte emocional y físicamente. Expresa todo aquello que te inquieta, ya sea con un familiar, un amigo o con un profesional o especialista.