Nunca es demasiado tarde para cambiar tus malos hábitos alimenticios por unos saludables, y es que cada vez son más las personas que son más conscientes de la importancia del cuidado de su salud y de que esta depende, en gran medida, de lo que comemos.

Una de las resoluciones de este año que empieza de 2020 puede ser la de empezar a comer saludable. Y no es tan difícil como parece, pues si bien, por lo general, los alimentos que más nos gustan son los más dañinos, pensando en precisamente en comer rico, pero de forma sana, cada día salen en las redes y en los recetarios más versiones saludables de distintos platos, entre ellos, por ejemplo, los postres, que son una gran fuente de azúcar, uno de los mayores enemigos de nuestra salud. Pues es conocido que este contribuye al desarrollo de enfermedades, tales como diabetes, obesidad, hígado graso, caries, etc.

¿Cómo empezar a comer saludable?

Haciéndolo poco a poco, creando estrategias y elaborando menús que incluyan más frutas, verduras, alimentos naturales bajos en grasa y azúcar, y menos carne, lácteos y alimentos procesados y con ingredientes artificiales. No es fácil cambiar una dieta a la que ya veníamos acostumbrados, pero tampoco es imposible.

La alimentación saludable no tiene por qué ser desabrida o aburrida, por el contrario, puede ser muy rica y variada.

Haz versiones saludables de tus comidas:

Sustituye los ingredientes no saludables por unos que sí lo son. Por ejemplo, si te gusta mucho la pizza, prepárala de forma saludable, esto es, en vez de la tradicional masa con harina de trigo, reemplázala por una versión a base de coliflor, la cual, lejos de lo que piensas, es deliciosa y el sabor de la coliflor ni se siente. Hazla fina y con ingredientes y especias naturales (tomates frescos, champiñones, orégano) y, en vez de queso, utiliza uno no lácteo, de esta forma, quedará baja en calorías y carbohidratos.

Cambia tus alimentos procesados y enlatados por frescos y naturales:

Integra a tu dieta más granos integrales, los cuales están llenos de nutrientes esenciales como proteínas, fibra, grasas saludables, vitaminas y minerales.

Diles no a las bebidas azucaradas (jugos envasados o gaseosas, etc.):

En su lugar toma agua, y si quieres añadirle un poco de sabor, prepárala con infusiones de frutas u opta por preparar tus propios jugos naturales endulzándolos con sustitutos naturales del azúcar (stevia, monkfruit, etc.).

Agrega superalimentos a tus preparaciones:

Semillas como la chía, linaza y calabaza son potencias nutricionales, pues son una excelente fuente de vitaminas, antioxidantes y minerales como el calcio, zinc y magnesio. 

Consume más alimentos probióticos:

Como el kéfir, el yogur, y el vinagre de sidra de manzana; estos mejoran las bacterias intestinales saludables que son responsables de la digestión, la extracción de nutrientes de los alimentos y el desarrollo del sistema inmunológico.