El enemigo número uno de la piel sensible son todos aquellos factores agresivos que poco a poco van alterando su balance. Nuestra piel es nuestra primera defensa contra un gran número de irritantes que encontramos en el ambiente. Es por esto, que es vital encontrar un limpiador facial que ayude a mantener el balance de la piel y limite los síntomas que vienen con esta condición.

¿Qué es la piel sensible?

Una piel sensible es aquella que es hiperreactiva, es decir, que reacciona más a diferentes estímulos que una piel normal. Esta presenta sensaciones de cosquilleo, calor (quemazón), hormigueo y picor (aunque esto es poco frecuente), la mayoría de las veces de manera intermitente. Estas sensaciones de incomodidad a veces también van acompañadas de enrojecimientos y se manifiestan de forma exagerada como reacción a estímulos de naturaleza diversa que, normalmente, no deberían causar irritación.

Durante mucho tiempo se ha subestimado la importancia de la piel sensible. Por lo general, no es una afección por la que se acuda al médico. Las sensaciones son subjetivas, se producen con frecuencia y se consideran normales. La mayoría de la gente tiende a pensar que no necesitan atención médica. Sin embargo, a pesar de ser un “problema menor”, está claro que para las personas que tienen la piel sensible esto tiene un impacto real en su calidad de vida. La piel sensible desempeña un papel importante en sus elecciones de estilo de vida, ya que influye en sus decisiones sobre qué alimentos comer, qué productos comprar, qué ropa llevar e incluso dónde ir, ya que el aire interior y exterior puede hacer que la piel reaccione.

¿A quiénes afecta la piel sensible?

El fenómeno de piel sensible es realmente frecuente, pues afecta a 1/3 de la población adulta. 

Las mujeres (60 %) sufren de pieles sensibles en mayor medida que los hombres (40 %). Algunas pieles, además, tienen mayor propensión a la sensibilidad que otras, debido a factores familiares y genéticos, en particular las pieles claras, aunque el color de la piel no tiene nada que ver con su grado de sensibilidad. 

La frecuencia con la que se presenta este problema muestra, sin embargo, una tendencia a disminuir con la edad.

Una piel sensible puede ser, también, una manifestación clínica de alguna patología del rostro como:

  • rosácea
  • eccema
  • dermatitis seborreica
  • alergia al sol

La falta de precaución respecto a los factores que típicamente pueden desencadenar este fenómeno favorece no solo su aparición, sino su agravamiento.

Tener piel sensible no tiene consecuencias psicológicas, aunque sí implica que ciertos momentos sean incómodos por las reacciones. Además, lidiar con otras patologías dermatológicas puede resultar más complicado porque es fácil que los tratamientos locales sean poco tolerados.

¿Qué provoca la piel sensible?

Cada día, nuestra piel, y en especial nuestro rostro, acumula todo tipo de suciedad. La piel dispone de sistemas de protección biológica, pero estos pueden ser insuficientes o estar debilitados, ya que los cambios en nuestro entorno han provocado un aumento de todo tipo de contaminación. Hoy en día, al ecosistema de la piel le cuesta mucho más mantener su equilibrio natural.

Sin embargo, Los factores que pueden desencadenar una piel sensible son muchos y variados, y provienen de una amplia gama de orígenes. Estos pueden ser:

  • Contaminación: la contaminación, los diversos compuestos orgánicos volátiles, los metales pesados y las partículas pueden afectar a la piel.
  • Hormonas: las hormonas relacionadas con el embarazo y los ciclos menstruales pueden afectar a la piel. El 42 % de las mujeres premenopáusicas dicen que su piel es más sensible justo antes o durante su ciclo menstrual, y más del 70 % de las mujeres posmenopáusicas dicen que su sensibilidad cutánea aumentó después de la menopausia².
  • Rayos UV: los rayos UV también pueden afectar a las pieles sensibles.
  • Factores y estilo de vida: como el tabaquismo, las píldoras anticonceptivas, el afeitado, la ropa, los trastornos del sueño, el cansancio y ciertos alimentos pueden tener un efecto.
  • Temperaturas: las temperaturas cálidas o frías, el viento, el aire húmedo o seco, el aire acondicionado, los cambios de estación pueden provocar una piel sensible.
  • Cosméticos y maquillaje: pueden contener moléculas irritantes como pigmentos, conservantes o sulfitos. Un limpiador suave, no irritante y adaptado que preserve la barrera cutánea es esencial para las pieles sensibles.
  • Detergentes: los detergentes, tensioactivos y otros productos de limpieza pueden ser demasiado duros para la piel.